domingo, 16 de agosto de 2009

Internet le gana al desayuno

Karl y Dorsey Gude, de East Lansing, Michigan, pueden recordar las mañanas más simples, de no hace mucho tiempo. Se sentaban y conversaban mientras desayunaban. Leían el diario y sólo competían con la televisión por la atención de sus dos hijos adolescentes.
Eso sucedía en el último siglo. En la actualidad, Gude se levanta alrededor de las 6 de la mañana para controlar el correo electrónico de su trabajo y sus cuentas de Facebook y Twitter. Los dos varones, Cole y Erik, comienzan cada mañana con mensajes de texto, videojuegos e Internet.
La nueva rutina se transformó rápidamente en una fuente de conflicto familiar, ya que la señora Gude se quejaba de que la tecnología estaba consumiendo el tiempo familiar. Pero al final, incluso ella sucumbía parcialmente abriendo su computadora portátil después del desayuno.
"Las cosas que consideraba inaceptables hace algunos años hoy son frecuentes en mi casa", dijo ella, "como por ejemplo nosotros cuatro comenzando el día con cuatro computadoras en cuatro habitaciones independientes."
La tecnología ha sacudido una gran cantidad de rutinas de la vida, pero para algunas personas alteró por completo los rituales del comienzo del día, que alguna vez fueron predecibles.
Esta es la mañana en Estados Unidos en la era de Internet. Después de seis a ocho horas de privación de Internet, actividad que también es conocida como dormir, las personas cada vez más se levantan y se abalanzan sobre los celulares y las computadoras portátiles, algunas veces incluso antes de girar sus piernas hacia el piso y realizar actividades que son biológicamente más urgentes.
Los hijos de la familia Gude duermen con sus teléfonos celulares junto a sus camas, por lo tanto, comienzan el día con mensajes de texto en lugar de relojes despertadores. Su padre, instructor de la Universidad del Estado de Michigan , envía textos a sus dos hijos para despertarlos.
En otras casas, el impulso de navegar en Internet antes de cruzar la puerta agrega un caos adicional al desorden matutino que ya generaba confusión.
Las mañanas de los días hábiles han sido asuntos frenéticos e inconexos durante un largo tiempo. Actualmente, las familias que solían luchar por la ducha o por el diario pelean por el acceso a la única computadora hogareña, o por si deberían estar utilizando algún aparato en lugar de comunicarse entre sí.
El surgimiento de quienes se conectan temprano se ve reflejado en los patrones de tráfico de Internet y en los inalámbricos. Las compañías de Internet que solían observar los niveles de incremento de tráfico sólo cuando las personas se conectaban en el trabajo, actualmente ven el incremento mucho más temprano.
El tráfico de la red en Estados Unidos disminuye gradualmente desde medianoche hasta alrededor de las 6 de la mañana en la costa este y después se observa un enorme "golpe de cafeína matutina".
Verizon Wireless registró la cantidad de mensajes de texto enviados entre las 7 y las 10 de la mañana, los cuales dieron un salto de un 50% en el mes de julio, en comparación con el año anterior.
Tanto los adultos como los niños tienen buenos motivos para levantarse y conectarse. Es posible que mamá y papá necesiten ponerse al día con los correos electrónicos de colegas ubicados en diferentes zonas horarias. Los niños controlan los mensajes de texto y los puestos de Facebook de amigos con diferentes horarios para ir a la cama, y algunas veces olvidan sus tareas en el proceso.
En el mes de mayo, Gabrielle Glaser, de Montclair, New Jersey, le compró a su hija de 14 años, Moriah, una computadora para su cumpleaños. Durante las semanas siguientes, Moriah perdió el transporte escolar tres veces y pasó de sacar a pasear durante 20 minutos al perro de la familia cada mañana a sólo dejarlo salir brevemente afuera.
Algunas familias han intentado establecer límites en el uso de Internet durante las mañanas. James Steyer, fundador de Common Sense Media, una organización sin fines de lucro que trata el tema de los niños y el entretenimiento, se levanta todas las mañanas a las 6 y pasa la siguiente hora con su BlackBerry. Pero cuando se reúne con su esposa y sus cuatro hijos, con edades entre 5 y 16 años, en la mesa del desayuno, no se permiten computadoras personales ni teléfonos.
"Hay que resistir el impulso. Hay que desconectarse del modo trabajo para conectarse con el modo paternal", dijo Steyer. "Pero es difícil alcanzar mi propio estándar."

Extraído y resumido de
La Nación

Es sorprendente el modo en que Internet modifica no solo el medio de comunicación entre las personas, sino también sus costumbres y actividades cotidianas.
Igualmente, me parece necesario encontrar un balance entre la utilización de tecnología y a interacción con la familia, y ponerle un límite al tiempo que se utiliza Internet a la mañana. Por ejemplo, que los padres lo utilicen únicamente para chequear sus e-mails laborales más importantes y urgentes.

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